domingo, 20 de enero de 2019

Calles y transeúntes


Calle Boyacá y 9 de Octubre.
Eran aproximadamente las 14h00 cuando comenzamos a recorrer las calles céntricas de Guayaquil, como es de costumbre un incesante sol se presenciaba en la ciudad, recorríamos las avenidas en busca de personas que estén afrontando la mendicidad, al llegar a la Catedral situada en Chimborazo entre 10 de Agosto y Clemente Ballén encontramos a Steven Bajaña, un joven de 17 años que hace 4 meses hizo de las calles de la Perla del Pacífico su hogar.  Reconocimos su situación porque lucía desaseado, con el cabello largo, ojeras marcadas, ropa bastante usada, y zapatos desgastados, deseábamos transmitirle confianza, que él sepa que estábamos ahí porque queríamos dar a conocer su situación y no lo juzgaríamos; accedió amablemente a la entrevista, así que comenzamos a alistar nuestros equipos, mientras mis compañeros armaban el trípode, situaban la cámara, y probaban los micrófonos, las miradas de los curiosos que transitaban o ya se encontraban en ese sector se centraron en el joven y en nosotros.


Steven Bajaña, de 17 años manifestando su vida en las calles.
                                    
 Algunos empezaron a expresar mofas hacia él diciendo cosas como: “Mírenlo, el famoso”, pero a Bajaña parecía no importarle y de haberlo hecho lo disimulaba muy bien, la entrevista dio inicio y comenzamos a preguntarle todas las cosas que esperábamos saber de él, tratábamos de cuidar nuestras palabras, pues no queríamos herir su susceptibilidad. Nos contó que es adicto a la tan famosa “H”; producto de esto había estado en una clínica de rehabilitación, pero hizo todo lo posible por escaparse de allí debido a los constantes maltratos físicos que recibía, su tía al igual que los feligreses católicos que frecuentan La Catedral lo suelen ayudar proporcionándole comida y ropa, nos cuenta que se asea una vez a la semana en diversos lugares de la ciudad, y que algunos sitios de venta de comida rápida lo reciben cuando pueden y le proporcionan apoyo, mientras nos explicaba todo esto su mirada se mantenía en el piso.

No logró graduarse del colegio, pues sólo llegó hasta segundo año de bachillerato, fuera de cámaras nos confesó que no regresaba a casa porque su mamá tenía un nuevo compromiso y su padrastro no lo quería, por ende lo maltrataba con frecuencia, por esas y muchas más razones había optado por ir a las calles.


Seguimos nuestro recorrido, en el camino encontramos a muchos mendigos, pero no todos estaban dispuestos a hablar en frente de una cámara, se sentían avergonzados de su posición y nosotros lo entendíamos perfectamente, pero el tiempo jugaba en contra y debíamos continuar, así encontramos a Luis Murillo no podríamos decir mucho de él porque divagaba en sus palabras, un fuerte olor a alcohol envolvía todo su cuerpo y al hablar era más notorio, a cada pregunta realizada contestaba con un pasaje de la biblia o mencionaba algo de la iglesia, definitivamente su estado mental no era estable, dijo que había dejado de ser alcohólico hace 19 años pero el estado de ebriedad lo delataba.

Luego de llegar a las calles cercanas al Mercado Central, cuyo establecimiento se encuentra en reparación hallamos a Delia Escalante Jurado, una señora de edad medianamente avanzada quién nos comentó que hace algunos años trabajaba como ayudante de limpieza, pero perdió su trabajo por lo que optó mendigar hace dos años en los alrededores de La Catedral, para ese entonces el reloj marcaba las 16h00 y Delia mostraba preocupación pues nos comentó que no había logrado reunir nada, pero tenía la esperanza de juntar $2 o $3 para subsistir lo que quedaba del día, Escalante sufre de epilepsia, está enfermedad catastrófica la heredó de su madre y aunque ha tratado de obtener los tratamientos necesarios no lo ha conseguido.



Mientras seguíamos en nuestra ansiosa búsqueda, aventurándonos por los lugares recónditos del centro de Guayaquil llegamos a un sector en donde la venta de estupefacientes era notoria, veíamos a personas consumir drogas sin vergüenza alguna, y el aspecto de la mayoría nos mostraba que la vida que atravesaban no era fácil, allí encontramos a Jairo Alvarado de 31 años quien aceptó que le realizáramos una entrevista, luchábamos con el ruido que había en aquel lugar, de fondo se escuchaba “Bom Bom Tam Tam” canción que era bailada por algunas personas del lugar o simplemente servía de pista musical mientras los vendedores trataban de atraer la atención de los clientes con sus diversos comercios, pero retomando la situación de nuestro amigo Alvarado, condición que por cierto creo nos golpeó anímicamente a la mayoría del grupo; pues parecía la más difícil de todos los entrevistados de esa tarde, nos dijo que quedó huérfano de padre y madre a sus 4 años de edad, es el mayor de 4 hermanos, pero ellos no lo reconocen al negarlo constantemente con sus ofensas, al igual que la mayoría de personas que entrevistamos tiene un vicio, el suyo es la “H” hace 8 años que está hundido en este mundo, aunque irónicamente su aspecto no lucía tan mal; nos comentó que hace 4 meses no tomaba una ducha, su relación con el resto de las personas es difícil, debido a que cuando pide dinero lo patean o lo insultan y cuando solicita comida dice que se la tiran por los pies o prefieren botarla, parecía no querer nada, como si sus ganas de vivir se hubieran extinguido hace mucho y sólo estuviera esperando la muerte.
Jairo Alvarado de 31 años, accediendo a dar una entrevista.
Por último Fernando Alcívar, un señor de la tercera edad, con problemas del habla quien dijo tener 36 años lo cual nos dio a pensar que ha perdido la noción del tiempo, probablemente por ser mentalmente inestable o quizás estaba bajo el efecto de una droga, aunque apostamos con más firmeza por la primera opción, ya que antes de acercarnos a solicitarle la entrevista venía lanzando insultos a diestra y siniestra, no parecían estar dirigidos específicamente a alguien era como si hablara con él mismo, se dedica a reciclar y con eso genera ingresos semanales de $30 a $40 una parte la designa a su cuñada y otra la guarda él para sobrevivir diariamente, le gustan los días de calor porque dice que es cuando la gente compra más botellas con agua; por ende, la recolección de estos recipientes será mayor y podrá generar más ingresos.

Al despedirnos de cada uno de ellos le deseamos lo mejor, les dijimos que esperamos que pronto puedan salir de esa situación, algunos aún conservan cierto optimismo por lograrlo, otros parecen haberse abandonado a su suerte, nosotros particularmente esperamos que si en algún momento los volvemos a ver, nos comenten que su condición actual ya sólo queda como un mal recuerdo.

Realizado por: Génesis Parrales Morales

Realizado por Kevin Ramírez Criollo.

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